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Mostrando entradas de febrero, 2018
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Cristo, la revelación de Dios. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. Juan 1:18.  Cristo vino al mundo para revelar el carácter del Padre y para redimir a la raza caída. El Redentor del mundo era igual a Dios.  Su autoridad era la autoridad de Dios. Declaró que no tenía existencia aparte del Padre. La autoridad con la que habló y obró milagros era expresamente suya, y sin embargo nos asegura que él y el Padre son uno. Jesús había impartido un conocimiento de Dios a los patriarcas, profetas y apóstoles. Las revelaciones del Antiguo Testamento eran enfáticamente los despliegues del evangelio, la revelación del propósito y voluntad del Padre infinito... Y cuando vino al mundo, fue con el mismo mensaje de redención del pecado y restauración del favor de Dios. Lo que el habla es para el pensamiento, así lo es Cristo para el Padre invisible. Es la manifestación del Padre, y es llamado el Verbo de Dios...
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En el taller de Dios. Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. 1 Pedro 2:5.  La Palabra de Dios ha servido como un poderoso hendedor para separar a los hijos de Dios de los del mundo.  Al ser sacados de la cantera del mundo, son como piedras toscas, no preparadas para un lugar en el glorioso templo de Dios. Pero son llevadas al taller del Señor para ser cinceladas, esquinadas y pulidas, para que puedan convertirse en piedras preciosas aceptables. Esta obra de preparación para el templo celestial se lleva a cabo continuamente durante el tiempo de gracia.  Naturalmente estarnos inclinados a seguir nuestra propia voluntad, pero cuando la gracia transformadora de Cristo se posesiona de nuestro corazón, la pregunta de nuestra alma es: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?”. Hechos 9:6. Cuando el Espíritu de Dios obra dentro de nosotros, somos
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Serena confianza en Dios. Ten misericordia de mi, oh Dios, ten misericordia de mí; porque en ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé hasta que pasen los quebrantos. Salmos 57:1. Me apena mucho ver que algunos hombres que desean obedecer a Dios confian tanto en la simpatía y la ayuda humanas, que tantas veces producen frustración.  Pero Dios, el Dios viviente, es inmutable. Es el mismo Salvador bondadoso, tierno, compasivo y amante, ayer, hoy y por siempre. Satanás ahora está trabajando con todo su poder, sin dejar de probar ningún medio, para perturbar las mentes de los hombres que ven cometer errores a otros de larga experiencia. Pero Jesús es perfecto. Confíe enteramente en Dios. Ore, ore, ore, ore con fe. Luego confíe a Dios la protección de su alma... Ande humildemente con Dios. El Señor ve cada pesar, cada aflicción, cada prueba que asedia al alma humana, y sabe cómo aplicar el bálsamo. Junto a Dios puede actuar valientemente. Cuénteselo al Se
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El hombre modelo. Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos. 2 Corintios 8:9. Este mundo ha sido visitado por la Majestad del Cielo, el Hijo de Dios... Cristo vino a este mundo como la expresión del mismo corazón, mente, naturaleza y carácter de Dios. Él era el resplandor de la gloria del Padre para expresar la imagen de su persona. Mas él dejó a un lado su túnica y su corona reales y descendió de su exaltada posición para tomar el lugar de un siervo. Él era rico; pero se hizo pobre por amor a nosotros, para que pudiéramos tener riquezas eternas. Él hizo el mundo, mas se vació a sí mismo en forma tan completa que durante su ministerio declaró: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza”. Anduvo de casa en casa curando enfermos, alimentando hambrientos, animando a los que se quejaban, a