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Mostrando entradas de diciembre, 2019

La Fiesta de Navidad

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“Ya llega la Navidad,” es la nota que resuena por el mundo, del este al oeste y del norte al sur. Para los jóvenes, para los de edad madura y aun para los ancianos, es una ocasión de regocijo general. Pero, ¿qué es la Navidad para que requiera tanta atención? . Se dice que el 25 de diciembre es el día en que nació Jesucristo, y la observancia de ese día se ha hecho costumbre popular. Sin embargo, no hay seguridad de que estemos guardando el día preciso en que nació nuestro Salvador. La historia no nos da pruebas ciertas de ello. La Biblia no señala la fecha exacta. Si el Señor hubiese considerado tal conocimiento como esencial para nuestra salvación, habría hablado de ello por sus profetas y apóstoles, a fin de dejarnos enterados de todo el asunto. Por lo tanto, el silencio de las Escrituras al respecto nos parece evidencia de que nos fué ocultado con el más sabio de los propósitos. En su sabiduría, el Señor no reveló el lugar donde había sepultado a Moisés. Le e

Cuando la desesperación invade.

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Cuando la desesperación invade. Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama se le abrirá. Mateo 7:7, 8.  Vengan, busquen y encuentren. El depósito de poder está abierto, lleno y es gratuito. Vengan con humildad de corazón, no pensando que necesitan hacer algo bueno para merecer el favor de Dios, o que tienen que mejorar antes de venir a Jesús. Es imposible que alguien haga alguna obra para superar su propia condición pecaminosa. Como usted es pecador, acuda a Cristo con convicción y fe. Jesús dijo: “Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento”. Mateo 9:13. Acérquese a Dios y él se aproximará a usted. Pida, busque, llame y crea que gracias a Jesús será aceptado. Confíe en que él hará por usted lo que nunca podrá hacer por sí mismo. Jesús es nuestro sacrificio expiatorio. No podemos realizar nada para expurgar nuestras faltas; sin embargo, p

Para la carrera de la vida.

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Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe. Hebreos 12:1, 2. La envidia, la malicia, los malos pensamientos, las malas palabras, la codicia: éstos son pesos que el cristiano debe deponer para correr con éxito la carrera de la inmortalidad. Todo hábito o práctica que conduce al pecado o deshonra a Cristo, debe abandonarse, cualquiera que sea el sacrificio. La bendición del cielo no puede descender sobre ningún hombre que viola los eternos principios de la justicia. Los competidores de los antiguos juegos, después de haberse sometido a la renuncia personal y a rígida disciplina, no estaban todavía seguros de la victoria... Por ansiosa y fervientemente que se esforzaran los corredores, el premio se adjudicaba a uno solo. Una sola mano podía tomar la codiciada guirnalda. Alguno podía empeñar el mayor esfuerzo por obtener el premio, pero cuando