Aprendamos las lecciones de la historia sagrada.



“Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”. 1 Corintios 10:11. 

La instrucción contenida en las Escrituras del Antiguo Testamento es palabra de Cristo y tiene tanto valor como la instrucción que se halla en el Nuevo Testamento. Cristo era el Redentor de la humanidad en los días en que se escribió el Antiguo Testamento como también lo era cuando se humanó.

Les dio la misma oportunidad a las personas del antiguo Israel de trabajar por su salvación como se la dio a quienes escucharon sus palabras. 

Un carácter formado a la semejanza divina es el único tesoro que podemos llevar de este mundo al venidero. Cómo se forme el carácter en este mundo determina el destino personal por la eternidad. Lo que sea de valor en el transcurso de nuestra vida en este mundo será de valor en el mundo venidero. El futuro de una persona se determina por la forma en que permite que se influya sobre ella. 

Si aprecia y cultiva tendencias heredadas para el mal, cediendo a las inclinaciones, apetitos y pasiones de la carne, nunca podrá entrar en el reino de Dios. Pero si se esfuerza por refrenar las malas inclinaciones, si está dispuesta a ser gobernada por el espíritu de Jesucristo, será una persona transformada.

El carácter de Cristo se ejemplificó por medio de Abel, Noé, Set, Enoc, Abrahán, José, Moisés, Josué, Samuel, David y toda aquella hueste de personas de quienes se registra que tuvieron caracteres aprobados por Dios. [Como ejemplos negativos], también se nos dan el caso de Caín y de quienes forjaron caracteres opuestos a la verdad, a la fidelidad, a la obediencia y a la justicia. Todos estos tuvieron una oportunidad de demostrar si eran miembros de la familia de Caín o de la familia real.

 La pureza y la santidad sólo se reciben por medio de Cristo. El que tiene oídos para oír, oiga. Feliz es la persona que puede decir por experiencia, “él despierta mi oído cada mañana”. 

Las lecciones que se ofrecen en el Antiguo Testamento son de tanta importancia para nosotros como para quienes vivieron en ese tiempo. Hemos de escuchar la voz de Cristo hablando en la creación del mundo y desde la columna de nube, pues nuestro bienestar eterno depende de la obediencia a la voz de Dios. 

Todo lo que la mente de Dios ha planificado, lo que su mano ha tocado, son lecciones escritas para nuestra admonición a quienes los fines de los siglos alcanzaron. Las cosas que han sido, serán. 

Las palabras de aprobación o desaprobación de Cristo han llegado hasta nosotros a través del tiempo. Nuestro interés espiritual o eterno está involucrado en los hechos referidos. El Señor quiere decir lo que dice y dice lo que quiere decir.


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