Cristo tiene poder para nosotros.

Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad. Colosenses 2:10. 


Hemos de vivir bajo los rayos templados y suaves del Sol de justicia. Nada sino su amorosa compasión, su gracia divina, su excelso poder, pueden capacitarnos para frustrar al implacable enemigo y dominar la oposición del corazón humano. ¿Cuál es nuestra fortaleza? El gozo del Señor. Dejemos que el amor enternecedor de Cristo colme el corazón y seamos suavizados y subyugados, preparados para recibir el poder que él tiene para nosotros. 

Agradezcamos a Dios todos los días por las bendiciones que nos da. Si el agente humano se humilla ante Dios, reconociendo cuán impropio es abrigar sentimientos de autosuficiencia, reconociendo su total incapacidad para hacer la obra que es necesario realizar a fin de que su alma sea purificada, desechando su propia justicia, Cristo grabará su propia imagen en su alma. Aplicará su mano a la tarea de crearlo de nuevo, y la continuará hasta que esté “completo en él”. 

Cristo nunca descuidará la obra que se ha dejado en sus manos. Inspirará al discípulo resuelto con un sentido de la perversidad, de la condición mancillada por el pecado, de la depravación del corazón sobre el cual él está trabajando. El verdadero penitente ha aprendido la inutilidad de la autosuficiencia. Mirando a Jesús, comparando su carácter defectuoso con el carácter perfecto del Salvador, puede decir:

En mi mano nada traigo; 

Simplemente a tu cruz me aferro... 

Contemplando a Cristo..., el escudriñador de la verdad ve la perfección de los principios de la ley de Dios, y nada más que la perfección lo satisface. Ocultando su vida en la vida de Cristo, comprende que la santidad de la ley divina se revela en el carácter de Cristo, y cada vez se esfuerza más fervientemente por ser como él. En cualquier momento puede presentarse una guerra, puesto que el tentador ve que está perdiendo a uno de sus súbditos. Debe librarse una batalla con los atributos que Satanás ha estado fortaleciendo para su propio uso. 

El agente humano ve con qué tiene que luchar: un extraño poder que se opone a la idea de alcanzar la perfección que Cristo presenta. Pero con Cristo hay poder salvador, que obtendrá la victoria por él en el conflicto. El Salvador lo fortalecerá y lo ayudará cuando se acerque suplicando gracia y eficiencia.* DNC 304.8


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