Busca la verdad bíblica a cualquier precio.
“Pues este es el amor a Dios, que guardemos su mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”.1 Juan 5:3.
Fue ciertamente un gran sacrificio el que hizo Cristo en favor del hombre al morir por él en la cruz.
¿Qué estamos dispuestos nosotros a sacrificar por su amor? Cristo dice: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”. No se trata de seleccionar uno, dos o nueve, sino los diez; debemos guardar todos sus mandamientos.
Juan, al referirse a los que pretenden amar a Dios sin obedecer sus requerimientos, dice lo siguiente: “El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él”. “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos”.
Es posible que digas, ¿crees que todo el mundo intelectual está equivocado y que ese grupo pequeño, una tremenda minoría, que parecen indoctos y comunes, son todos los que se van a salvar? Respondo, Jesús estaba entre los pobres de la tierra.No se unió a los doctos rabinos o príncipes.
No se lo encontró junto a los potentados de la tierra, sino entre los humildes. La verdad nunca se encontró en la mayoría. Siempre se la encontró en la minoría.
Los ángeles del cielo no descendieron a la escuela de los profetas ni cantaron sus himnos en el templo o las sinagogas, sino a los seres humanos que eran lo suficientemente humildes como para recibir el mensaje.
Cantaron las alegres nuevas del Salvador en las llanuras de Belén, mientras los grandes hombres, los dirigentes y los honorables, quedaban en tinieblas, porque estaban perfectamente satisfechos con su situación y no sentían necesidad de una piedad mayor de la que tenían.
Los maestros en las escuelas de los profetas, los escribas, los sacerdotes y los gobernantes, fueron los mayores perseguidores de Cristo. Todos los que hicieron gran ostentación de poseer luz espiritual fueron los que despreciaron, rechazaron y crucificaron a Jesús.
Los grandes hombres y mujeres y quienes profesan ser sumamente buenos, pueden llevar a cabo obras terribles impulsados por su fanatismo y por lo exaltado del cargo que ocupan, y vanagloriarse al mismo tiempo de que están sirviendo a Dios. No conviene confiar en ellos.Usted y yo necesitamos a cualquier precio la verdad bíblica.
Como los nobles bereanos, queremos escudriñar cada día las Escrituras con ferviente oración, para conocer la verdad, y entonces obedecerla, cueste lo que costare, sin hacer caso de la opinión de los hombres grandes o buenos.
Si la verdad está en la Biblia, la podremos encontrar como lo hicieron los buenos y grandes hombres y mujeres que pisaron este mundo. Que Dios nos ayude a ser sabios para la salvación, es mi oración.
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