La oración: incienso fragante 

Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Apocalipsis 8:3. 


La oración se aferra de la Omnipotencia y nos da la victoria.El cristiano obtiene de rodillas la fortaleza para resistir la tentación... La oración del alma, silenciosa y ferviente, se eleva como santo incienso hacia el trono de la gracia, y será tan aceptable a Dios como si hubiera sido ofrecida en el santuario.Para todos los que lo buscan de este modo, Cristo llega a ser una ayuda efectiva en tiempo de necesidad. Serán fuertes en el día de la prueba.

Ser alabado como lo fue Cornelio es un extraordinario favor para cualquiera en esta vida. ¿Y en qué se basaba esta recomendación? “Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios”. Hechos 10:4. 

Ni las oraciones ni las limosnas tienen virtud alguna para recomendar al pecador ante Dios; la gracia de Cristo, por medio de su sacrificio expiatorio, es lo único que puede renovar el corazón y lograr que nuestro servicio sea aceptable a Dios. Esta gracia había obrado en el corazón de Cornelio. 

El Espíritu de Cristo había hablado a su alma; Jesús lo había atraído y él se había sometido a esta atracción. Sus oraciones y sus limosnas no eran el resultado de la imposición ni de la extorsión; no eran el precio que estaba tratando de pagar para asegurarse el cielo; eran el fruto del amor y de la gratitud a Dios. 

Tal oración, procedente de un corazón sincero, asciende como incienso delante del Señor; y las ofrendas para su causa y los dones para los necesitados y sufrientes, son un sacrificio que le agrada.

La oración y las limosnas están íntimamente vinculadas: son la expresión del amor a Dios y al prójimo. 
Constituyen la operación de los dos grandes principios de la ley divina: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas”, y “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Marcos 12:30, 31.—The S.D.A. Bible Commentary 6:1059. MGD 86.6


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