La bondadosa invitación.

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mateo 11:28. 

Cristo trataba de enseñar a sus discípulos la verdad de que en el reino de Dios no hay fronteras nacionales, ni castas, ni aristocracia; que ellos debían ir a todas las naciones, llevándoles el mensaje del amor del Salvador.—Los Hechos de los Apóstoles, 17.

Cristo derribó la muralla de separación, el amor propio, y el prejuicio divisor del nacionalismo egoísta; enseñó a amar a toda la familia humana...Nos enseña a considerar a cada alma necesitada como nuestro prójimo y al mundo como nuestro campo. 

Así como los rayos del sol penetran hasta las partes más remotas del mundo, Dios quiere que el Evangelio llegue a toda alma en la tierra.—El Discurso Maestro de Jesucristo, 40, 42. 

En todo el mundo, hay hombres y mujeres que miran fijamente al cielo. 

Oraciones, lágrimas e interrogaciones brotan de las almas anhelosas de luz en súplica de gracia y de la recepción del Espíritu Santo.Muchos están en el umbral del reino esperando únicamente ser incorporados a él.

En la comisión dada a los primeros discípulos, se hallan incluidos los creyentes de todas las edades. Todo el que aceptó el Evangelio, recibió una verdad sagrada para impartirla al mundo. 

El pueblo fiel de Dios fue siempre constituido por misioneros activos, que consagraban sus recursos al honor de su nombre y usaban sabiamente sus talentos en su servicio.

Todo el que ha recibido a Cristo está llamado a trabajar por la salvación de sus prójimos.“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven”.Apocalipsis 22:17. 

A toda la iglesia incumbe el deber de dar esta invitación. Todo el que la ha oído ha de hacer repercutir este mensaje por valles y montes: “Ven”.

Largo tiempo ha esperado Dios que el espíritu de servicio se posesione de la iglesia entera, de suerte que cada miembro trabaje por él según su capacidad.—Los Hechos de los Apóstoles, 89-91. MGD 26.7


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