Depende de instrumentos humanos.


Dios no escoge para que sean sus representantes entre los hombres, a ángeles que nunca cayeron, sino a seres humanos, a hombres de pasiones semejantes a las de aquellos a quienes tratan de salvar. Cristo se humanó a fin de poder alcanzar a la humanidad. 

Se necesitaba un Salvador a la vez divino y humano para traer salvación al mundo. Y a los hombres y mujeres ha sido confiado el sagrado cometido de dar a conocer “las inescrutables riquezas de Cristo”.—Los Hechos de los Apóstoles, 109

Fué el propósito del Salvador que después de ascender al cielo para convertirse en intercesor del hombre, sus seguidores continuaran con la obra que él había comenzado. ¿No demostrarán los instrumentos humanos ningún interés especial en dar la luz del mensaje evangélico a aquellos que están asentados en tinieblas? 

Algunos están dispuestos a ir hasta los confines de la tierra con el propósito de llevar la luz de la verdad a los hombres, pero Dios exige que toda alma que conozca la verdad trate de ganar a otros al amor de la misma. Si no estamos dispuestos a hacer sacrificios especiales para salvar a las almas que están a punto de perecer, ¿cómo podremos ser considerados dignos de entrar en la ciudad de Dios?—Testimonies for the Church 9:103. SC 12.1

En su sabiduría, el Señor pone a los que buscan la verdad en relación con semejantes suyos que conocen la verdad. Es plan del cielo que los que han recibido la luz, la impartan a los que están todavía en tinieblas.

La humanidad, sacando eficiencia de la gran Fuente de la sabiduría, es convertida en instrumento, agente activo, por medio del cual el Evangelio ejerce su poder transformador sobre la mente y el corazón.—Los Hechos de los Apóstoles, 109. SC 12.2

Dios podría haber alcanzado su objeto de salvar a los pecadores, sin nuestra ayuda; pero a fin de que podamos desarrollar un carácter como el de Cristo, debemos participar en su obra.

 A fin de entrar en su gozo—el gozo de ver almas redimidas por su sacrificio—, debemos participar de sus labores en favor de su redención.—El Deseado de Todas las Gentes, 117. S

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