Testigos.

Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Isaías 43:10

Somos los testigos de Cristo, y no hemos de permitir que los intereses y planes mundanos absorban nuestro tiempo y atención.

“Vosotros sois mis testigos, dice Jehová. ... Yo anuncié, y salvé, e hice oir, y no hubo entre vosotros extraño. Vosotros pues sois mis testigos.” “Yo Jehová te he llamado en justicia, y te tendré por la mano; te guardaré y te pondré por alianza del pueblo, por luz de las gentes; para que abras ojos de ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que están de asiento en tinieblas.”—Los Hechos de los Apóstoles, 9, 10.

Todos los que desean entrar en la ciudad de Dios, deben poner de manifiesto al Salvador en todo trato que tengan durante esta vida terrenal. Así es como los mensajeros de Cristo serán sus testigos. 

Deben dar un testimonio claro y decidido contra toda mala costumbre, y enseñar a los pecadores el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

Dios no puede desplegar el conocimiento de su voluntad y las maravillas de su gracia en el mundo incrédulo, a menos que tenga testigos esparcidos por toda la tierra.

 Su plan consiste en que aquellos que son participantes de su gran salvación por medio de Cristo Jesús, sean sus misioneros, cuerpos luminosos por todo el mundo, que sean como señales para el pueblo, epístolas vivientes, conocidas y leídas de todos los hombres, cuya fe y obras testifiquen de la inminencia del regreso del Salvador, y muestren que no han recibido la gracia de Dios en vano. 
El pueblo debe ser amonestado a prepararse para el juicio venidero.

White, G. Elena Servicio Cristiano.

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