El poder salvador de Jesús.

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis flaquezas, porque habite en mí la potencia de Cristo. 2 Corintios 12:9.

“Nuestro precioso Salvador nos ha invitado a unirnos a él, y unir nuestra debilidad con su fortaleza, nuestra ignorancia con su sabiduría, nuestra indignidad con su virtud.”

“Debe haber un poder que obre en el interior, una vida nueva de lo alto, antes de que el hombre pueda convertirse del pecado a la santidad. Ese poder es Cristo. Solamente su gracia puede vivificar las facultades muertas del alma, y atraerlas a Dios, a la santidad.

La idea de que solamente es necesario desarrollar lo bueno que existe en el hombre por naturaleza, es un engaño fatal. ‘El hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios; porque le son insensatez; ni las puede conocer, por cuanto se disciernen espiritualmente.

De Cristo está escrito: ‘En él estaba la vida; y la vida era la luz de los hombres,’ el único ‘nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en el cual podemos ser salvos.’

“El apóstol Pablo ... ansiaba la pureza, la justicia que no podía alcanzar por sí mismo, y dijo: ‘¡Oh hombre infeliz que soy!¿quién me libertará de este cuerpo de muerte?’ 

La misma exclamación ha subido en todas partes y en todo tiempo, de corazones sobrecargados. No hay más que una contestación para todos: ‘He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!’

“Es necesario un nuevo nacimiento, una mente nueva por la operación del Espíritu de Dios que purifique la vida y ennoblezca el carácter. Esta relación con Dios prepara al hombre para el glorioso reino de los cielos.”

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