Una obra individual.



Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él, arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. Colosenses 2:6, 7.


Si hubo una vez cuando los que pretenden ser cristianos debieran ser todo lo que abarca el nombre, es ahora. ¿Estamos siguiendo a Cristo de verdad?... Esta es una obra individual. Hemos de considerar fervientemente nuestro ascendiente y responsabilidad.

¿Están fundamentados en las doctrinas bíblicas los que saben la verdad para este tiempo? ¿Son sus armas, “así dice Jehová”, “escrito está”? ¿Hemos arrojado nuestra ancla dentro del velo? ¿Estamos individualmente arraigados y fundados en la verdad del evangelio, de modo que podamos ser establecidos, fortalecidos y fundados en la fe? Como quienes conocen los misterios de Dios, aquellos a quienes Dios ha confiado los oráculos vivientes, ¿somos leales y fieles a nuestra mayordomía? Los que están verdaderamente convertidos, como misioneros de Dios, revelarán lo que significa para ellos la verdad, en su eficiencia transformadora y poder santificador. 

Si somos pesados con los tesoros de la verdad eterna, proclamaremos a un mundo que perece en el pecado lo que significa tener el amor de Cristo santificador y redentor en el alma. Si estamos real y verdaderamente unidos a Cristo, es porque la verdad se ha posesionado del templo del alma.

El corazón que ha abierto sus puertas a Jesús amará las verdades puras, que limpian y transforman, y con todo celo contenderá por la fe que una vez fue dada a los santos. 

No se detenga nadie sin hacer una entrega completa y sin reservas a Dios. Comenzad la obra en el corazón... Tenéis un alma que ganar o un alma que perder, y ésta es una cuestión demasiado importante para ser considerada con indiferencia.—Carta 178, 1899. AFC 130.2

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