La rebelión en un mundo perfecto

 
Fuente propia: Océano Pacífico, Manta - Ecuador

 

Los intentos por comprender el origen misterioso y la existencia del mal han generado interminables discusiones y muchas teorías especulativas. Para el teólogo reformista holandés Hermán Bavinck (1854-1921), "la cuestión del origen del mal, después de la existencia misma, es el mayor enigma de la vida y la cruz más pesada que debe soportar el intelecto".1 Este pensamiento lo repitió en 1916 el pastor bautista W. P. Wilks, cuando afirmó que, en cuanto a las preguntas que rodean el origen y la existencia del mal, "hay tantas respuestas como opiniones diferentes".2 Esto significa que las personas evalúan este tema como lo hacen con cualquier otro tema, desde la perspectiva de su propio marco ideológico.

En este capítulo revisaremos algunas de las especulaciones filosóficas más comunes sobre el origen del mal, y luego consideraremos lo que dice la Biblia sobre la naturaleza de Dios y el origen misterioso y la perpetuación del mal. Estas discusiones servirán de base para evaluar las enseñanzas bíblicas sobre la vida, la muerte y la vida eterna.

Especulaciones filosóficas

Hay muchas especulaciones filosóficas sobre el origen del mal. Algunas personas niegan la existencia misma del mal, al cual consideran una mera ilusión. Otros concluyen que tanto Dios como la materia son coeternos, así que, si Dios es bueno, entonces la materia debe ser mala. Hay quienes no temen presentar a Dios como bueno y malo en sí mismo, o al menos como poseedor de algunos atributos demoníacos.3 En su obra Ecce Homo (1888), el filósofo alemán Friedrich Nietzsche satirizó el relato bíblico de la Creación y la Caída (Génesis 1-3) de la siguiente manera: "Fue Dios mismo quien, al final de su jornada de trabajo, se tendió bajo el árbol del conocimiento en forma de serpiente: así descansaba de ser Dios. [...] El diablo es sencillamente la ociosidad de Dios cada siete días".4

Muchas personas no llegan a ese punto de asociar el mal con Dios, pero sí lo hacen responsable de su existencia, como postula el popular argumento del mal epicúreo:

¿Es que Dios quiere prevenir el mal, pero no es capaz? Entonces no es omnipotente.

¿Es capaz, pero no desea hacerlo? Entonces es malévolo.

¿Es capaz y desea hacerlo? ¿De dónde surge entonces el mal?

¿Es que no es capaz ni desea hacerlo? Entonces, ¿por qué llamarlo Dios?5

Estas preguntas son fáciles de hacer, pero difíciles de responder. Por un lado, la tradición calvinista reformada trata de cerrar la discusión afirmando que Dios, por medio de su soberanía, ordenó desde toda la eternidad todo lo que sucedería. En esta misma línea, la Confesión de fe de Westminster (1647) niega que Dios sea el autor del pecado y que viole la voluntad de sus criaturas, pero al mismo tiempo afirma que "por el decreto de Dios y para manifestación de su gloria, algunos hombres y ángeles son predestinados para vida eterna, y otros preordenados para muerte eterna", y que el número de cada grupo "no se puede aumentar ni disminuir".6 Como podemos fácilmente ver, esta teoría responsabiliza a Dios por los pecadores impenitentes que siguen en su mal camino. En este caso, incluso un Juicio Final basado obras (Apoc. 20:11-13) no tendría sentido, porque Dios estaría juzgando solo las acciones que él mismo predestinó.

Por otra parte, la llamada "teología del proceso" trata de exonerar a Dios del problema del mal, bajo el argumento de que él no conoce completamente de antemano las elecciones libres de sus criaturas, sino solo sus posibilidades. Desde esta perspectiva, Dios no puede ser, entonces, responsable de la existencia del mal porque no previo el origen del mal, sino que simplemente enfrentó el riesgo del mal al dar libre albedrío a sus criaturas. Esta teoría trata de absolver a Dios del origen del mal, pero nieg? su omnisciencia; lo que en consecuencia socava algunos de:sus atributos.

Podría mencionar varias teorías más, pero estas que hemos visto bastan para demostrar que el razonamiento humano por sí solo, por lógico que parezca, no puede explicar adecuadamente la naturaleza de Dios y el misterioso origen del mal. De hecho, es necesario que nos alejemos de las arenas movedizas de la especulación humana y que nos subamos a la plataforma sólida de la Palabra de Dios. Solo Dios, que estaba allí cuando surgió el mal, puede explicárnoslo con precisión en el estado caído en el que nosotros nos encontramos (ver Deut. 29:29; Juan 16:12,13).

El amor incondicional de Dios

La revelación que Dios hace de sí mismo en las Escrituras descarta cualquier posibilidad de que él sea el responsable del origen y la existencia del mal. Por su propia naturaleza, se nos dice que Dios es santo (Isa. 6:3; 1 Ped. 1:15,16), que es bueno (Sal. 100:5; Luc. 18:19), y que "no puede ser tentado por el mal ni él tienta a nadie" (Sant. 1:13). Si el mal viniera de Dios, como proponen algunos filósofos, entonces no podríamos confiar en él. Pero, al igual que el rey David, podemos orar con plena confianza: "No temo peligro alguno porque tú estás a mi lado" (Sal. 23:4, NVI).

La Biblia completa nos presenta el conflicto cósmico/histórico que se está desarrollando entre Dios y el bien por un lado, y Satanás y el mal por el otro. Esta lucha se evidencia claramente, por ejemplo, en la historia de Job (Job 1:1-12), en el caso del sumo sacerdotejosué (Zac. 3:1-5), y en las tentaciones de Jesús en el desierto (Mat. 4:1-11). Afirmar que Dios es la fuente del mal es negar la realidad de este conflicto y contradecir las enseñanzas bíblicas sobre las naturalezas contrastantes de Dios y del mal. Con toda razón Cristo pudo declarar enfáticamente al final de su ministerio terrenal: "Viene el príncipe de este mundo [Satanás], y él nada tiene en mí" (Juan 14:30).

Pero todavía podríamos preguntarnos: ¿Pudo ocurrir que a Dios lo haya tomado por sorpresa la aparición del mal? ¡Para nada! La Biblia afirma que Dios es "perfecto en conocimiento" (Job 37:16, RVA 2015) y que "sabe todas las cosas" (1 Juan 3:20); él conoce incluso "lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho" (Isa. 46:10). Además, Dios también es todopoderoso (Jer. 32:17; Apoc. 19:6). Sin embargo, no podemos olvidar que, si bien el conocimiento de Dios es absoluto, dicho conocimiento no es causativo. Esto quiere decir que el hecho de que Dios conozca el futuro no es lo que hace que un acontecimiento ocurra, sino que el acontecimiento que va a ocurrir ya Dios lo conoce. Ahora, si Dios es todopoderoso y por supuesto sabía que Lucifer y un tercio de los ángeles celestiales terminarían rebelándose (Apoc. 12:4), ¿porqué los creó, entonces?

Para tratar de responder a esta pregunta, debemos reconocer que nos enfrentamos a un misterio que va más allá de nuestras capacidades cognitivas. Aun así, hay algunos conceptos básicos que debemos tener en cuenta. Primeramente, que Dios es amor, y el amor no puede existir aislado: se debe expresar a otros que puedan responder a él (1 Juan 4:7-10,16). Pero la respuesta solo puede provenir de seres receptivos creados con libre albedrío. Mientras el libre albedrío deja la relación abierta a la posibilidad de deslealtad, el amor siempre está dispuesto a enfrentar ese riesgo. En segundo lugar, que el amor de Dios es incondicional, imparcial y completamente libre de favoritismos y se extiende incluso a los propios enemigos (Mat. 5:44, 45; Rom. 5:6-11). Y, en tercer lugar, que el amor incondicional de Dios concibió un plan de salvación mucho más efectivo que el problema del mal mismo, porque "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rom. 5:20). De esta forma, el amor infinito de Dios superó todos los riesgos que supuso otorgar libre albedrío a sus criaturas.

El misterioso egoísmo de Lucifer

El origen misterioso, y sin un motivo aparente, del mal no se puede explicar adecuadamente. El problema no es tanto con la revelación limitada que tenemos sobre este asunto o con la comprensión deficiente de esta revelación, sino con la naturaleza ilógica y sin sentido del mal. Gerrit C. Berkouwer dijo que "cualquier explicación lógica [del pecado] le daría sensatez a lo que es intrínsecamente absurdo, racionalidad a lo irracional y cierto orden a lo desordenado"7 Después de todo, no podemos explicar lo inexplicable. Pero a pesar de que no podemos comprender el origen del mal, tenemos información útil sobre cómo y con quién comenzó.

Hay tres pasajes bíblicos cruciales que arrojan luz sobre el misterioso origen del mal. Uno de ellos es Ezequiel 28, en el que el rey terrenal de Tiro, que era solo un hombre, pero se consideraba un dios (vers. 2, 6,9), se convierte en un símbolo de Lucifer, el muy honrado querubín celestial (vers. 12 al 17). El texto explica que Dios creó a Lucifer "lleno de sabiduría y de acabada hermosura" (vers. 12; cf. vers. 15), locoloco en el Jardín del Edén (vers. 13) y lo ungió como "querubín protector" para que estuviera sobre el santo "monte de Dios" (vers. 14,16). Pero, misteriosamente, este glorioso querubín enalteció su corazón a causa de su hermosura y corrompió su sabiduría a causa de su esplendor (vers. 17). En consecuencia, Dios tuvo que arrojarlo por tierra (vers. 17).

Otro pasaje útil es Isaías 14, en el que el rey de Babilonia se convierte en un símbolo del orgulloso "Lucifer, hijo de la mañana" (vers. 12; cf. vers. 12 al 15). En este pasaje, se dice que Lucifer había alimentado el deseo de exaltar su trono por encima de las huestes celestiales (vers. 13) y de ser "semejante al Altísimo" (vers. 14). Debido a su libertinaje y egoísmo contagioso, fue arrojado del cielo y derribado "a tierra" (vers. 12).

Un tercer pasaje importantísimo es Apocalipsis 12, ya que revela la dimensión y las consecuencias duraderas de la rebelión que Lucifer comenzó en el cielo. En términos inequívocos, el texto declara que la rebelión fue provocada por "el gran dragón, [...] la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás" (vers. 9). Estalló una verdadera "guerra en el cielo" entre "Miguel y sus ángeles" de un lado, y "el dragón y sus ángeles" del otro lado (vers. 7). Una tercera parte de los ángeles celestiales siguieron al dragón (vers. 4), pero las huestes malignas no prevalecieron y fueron lanzadas del cielo a la tierra (vers. 8,9). Luego de que Satanás y sus seguidores fueron expulsados del cielo, "Ni un vestigio de rebeldía quedó en el cielo. Todo volvió a ser pacífico y armonioso como antes".9

Cabe señalar que Jesús mencionó tres grandes destierros de Satanás. El primero fue la expulsión de Satanás del cielo: "Vi a Satanás caer del cielo como un rayo"(Luc. 10:18, NTV). El segundo ocurrió en la Cruz, cuando Satanás perdió su derecho legal sobre este mundo: "Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera" (Juan 12:31; cf. Apoc. 12:10). Y el tercero será su destrucción final en "el fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles" (Mat. 25:41). Pero todavía queda la duda de por qué Dios no destruyó a Satanás después de su rebelión inicial en el cielo.

La perdurabilidad del mal

La Biblia describe a Satanás como un "mentiroso y el padre de la mentira" (Juan 8:44, NTV) y como "el acusador de nuestros hermanos" (Apoc. 12:10). Esta faceta se manifestó, por ejemplo, cuando Satanás acusó ante Dios a Josué, el sumo sacerdote, de ser indigno (Zac. 3:1-5). En la historia de Job, sin embargo, Satanás acusó a Dios de mostrar favoritismo por el próspero patriarca (Job 1:1-12). En el libro de Apocalipsis, el pueblo remanente de Dios en el tiempo del fin se convierte en el objeto especial de la ira de Satanás por la sencilla razón de que "guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo" (Apoc. 12:17). Estos pasajes confirman la realidad de que Dios y sus seguidores son los blancos especiales de las acusaciones y ataques de Satanás. ,

Cuando Satanás acusó a Dios de tener una relación preferencial con Job, Dios permitió suficiente tiempo para que el patriarca negara esos cargos por medio de su propia vida. Pero a nivel macrocósmico, se necesita mucho más tiempo en la historia humana para que Dios demuestre completamente el poder transformador de su gracia y para que Satanás revele completamente la verdadera naturaleza del mal. Elena de White explica:

De haber sido este [Satanás] aniquilado inmediatamente, aquellos habrían servido a Dios por miedo antes que por amor. La influencia del engañador no habría quedado destruida del todo, ni el espíritu de rebelión habría sido extirpado por completo. Se debía permitir que el mal llegase a su madurez. Para el bien del universo entero a lo largo de las edades sin fin, Satanás debía desarrollar más plenamente sus principios, para que todos los seres creados pudiesen ver en su verdadera dimensión los cargos contra el gobierno divino, para que lajusticia y la misericordia de Dios y la inmutabilidad de su ley pudiesen quedar para siempre más allá de todo cuestionamiento.8

Si el mal fuera coeterno con Dios, sin principio, como algunos afirman, jamás dejaría de existir. En ese caso, tendríamos que admitir que el mal es tan poderoso que ni siquiera Dios puede destruirlo. Pero, ¡alabado sea el Señor!, estamos seguros de que el mal tuvo un principio y, en consecuencia, también tendrá un final. La victoria de Cristo en la Cruz del Calvario es la garantía de que llegará el momento en que el pecado y el mal ya no existirán y todo volverá a ser perfecto.


1  Hermán Bavinck, Reformed Dogmatics, ed.John Bolt, Sin andSalvation in Christ (Grand Rapids, MI: Baker Academic, 2006), t. 3, p. 53.

2  W. P. Wilks, "The Origin of Evil", Review & Expositor 13, N° 3 (julio de 1916), p. 372. Ver también Chad Meistery James K. Dew Jr., eds., God and the Problem of Evil: Five Views (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2017).

3  Paul Volz, "Das Damonische inJahwe", Sammlunggemeinverstándlicher Vortráge und Schriften aus dem Gebiet der Theologie und Religionsgeschichte 110 (Tübingen: Mohr, 1924).

4  Friedrich Nietzsche, Ecce Homo: How One Becomes What One Is, and The Antichrist: A Curse on Chrístianity (Nueva York: Algora, 2004), p. 80.

5  Tomado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Problema_del_mal, el 25 de marzo de 2022.

6  Confesión de fe de Westminster, (Barcelona: Felire, 2013), cap. 3, pp. 17,18. Tomado de: https://sermones-biblicos.org/sermones/static/libros/confesion-de-fe-west-minster.pdf, consultado el 25 de marzo de 2022.

7  Gerrit. C. Berkouwer, S/n (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1971), p. 18.

La historia de la redención, p. 21.

8  El conflicto de los siglos, p. 553.


Comentarios

Entradas populares de este blog

La palabra de Dios es veraz.